martes

Buen Dormir

Caminó por el sendero de Magnolias hacia el bosque de Tilos que, oscuro y fresco, descansaba en la calurosa tarde de verano. El mundo pareció detenerse al sentir el aroma soporífero y, sin llegar a elegir un lugar para el descanso, Marta Martita se quedó dormida.

Nadie va al bosque de Tilos sin el conocimiento de que lo espera una larga siesta, pues es propiedad íntima y sinérgica de estos árboles, dar el descanso indicado al cuerpo y a la mente. Quien entra en este bosque se duerme por la suma de horas que se salteó en la vida. Marta Martita había viajado mucho para llegar a este bosque, recomendada por los médicos de la disciplina secreta, que aun pululaban entre la agnosia general. En pleno Montreal ellos le habían explicado el camino y le habían indicado alimentarse muy bien pues el único peligro del dormir era dormir demasiado y no despertar antes de recibir el alimento necesario. Así que cargada de una buena dosis de grasa y una buena manta Marta Martita durmió durante 3 años.

Cuando despertó actuó con total naturaleza ante el mundo.

Sus pasos la llevaron sin titubear a las costas del Mar Caribe, donde aprendió Las Danzas de los Pies Descalzos y luego se dedicó a bailarlas frente al mar cada amanecer y cada atardecer. Durante el día ejercía el oficio para el que había estudiado: observar la naturaleza vegetal y explicarla. La base científica de sus estudios fue combinada con la lucidez de sus neuronas y el arte de su corazón y así fue que al cabo de 3 años había descubierto y explicado un lenguaje que acontecía entre las plantas y las estrellas. Un lenguaje basado en electromagnetismos mínimos pero con una coherencia interpretable tal como se interpretan jeroglíficos egipcios y cosas similares. Marta Martita presentó su trabajo de investigación en un Congreso de Botánica en Costa Rica y además publicó un libro narrando las historias que las estrellas le contaban a las plantas y cómo éstas respondían con cuentos de alta alcurnia. La Sociedad Científica no pudo refutar los hechos, todos se maravillaron ante la impecabilidad de la investigación.
La Humanidad se cautivó ante los saberes estelares que le llegaban a las plantas y muchos quisieron aprender el lenguaje para entender.
(...)
Marta Martita tiene los ojos de almendra, sus labios de Mora emiten un canto como antiguo pero presente. Su mirada tiene que ver con la sal y sus palabras con la lava.

No hay comentarios:

Publicar un comentario