jueves

Sesenta Silencios (o El Enrosque Necesario).

Sesenta silencios y un sobre vacío. Se fue, lo se.
Me miro al espejo. Congoja o vacío. Insoportable y lleno, el vacío.
[Qué hacer para saltear el estado sin padecerlo].
En una única reacción agarro las llaves, el bolso, mi abrigo y a la calle. Camino veloz,
desesperada,
desencajada,
hacia ningún lado, hacia todos lados.
-Varón qué me ha sacudido que se me disuelve la existencia-. Tranquila. No. Sí. Respirá. Respirá, respiro. Si, respiro y recuerdo. Es que el planeta gira tan rápido, que cómo hago para recordar todo el rato. Recordar que qué importa tanto nada en realidad. Recordar que el Sol, que las estrellas.
Recordar el canto y el mar rompiendo en la orilla. Y los piquitos de las olas en altamar. Y los delfines. Y la arena, tibia, en la piel.
Ah si, recuerdo. Me digo aliviada. Veo un parque, voy. Me siento bajo un Sauce y lloro y me río. Y recuerdo y estoy. Respiro. Entonces lo veo, me ve. Nos acercamos, nos abrazamos. Sesenta besos me da, sesenta besos y un mapa.
-El mapa iba en el sobre- me dice -Prepará tu mochila- Nos vamos a Japón.

20.4.09

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